viernes, 26 de agosto de 2011

te ma 7 Dios me invita































Dios conoce tu nombre
"El Señor llamó a Samuel, y éste respondió: 'Aquí estoy' " (1 Samuel 3:4 – NVI).
Al comienzo de un año escolar, muchas de las maestras hacen una etiqueta con el nombre de cada estudiante. La maestra lo hace para ayudar a los estudiantes a conocer el nombre de sus compañeros. Tu nombre es muy importante para ti, ¿no es así? He oído que para cualquier persona el sonido más dulce es el sonido de su nombre. ¿No te hace sentir bien cuando alguien recuerda tu nombre?
¿Crees que Dios sabe tu nombre? Estoy seguro que sí. Los nombres son muy importantes para Dios. De hecho, puedo pensar en las varias ocasiones en la Biblia en que Dios llamó a alguien por su nombre.
Un día, Moisés vio una zarza ardiente y fue a ver qué era. Dios le llamó desde dentro de la zarza: "¡Moisés! ¡Moisés! Y Moisés contestó: "Heme aquí" (Éxodo 3:4).
En otra ocasión, cuando Jesús estaba caminando por las calles de Jericó, se paró y miró hacia un árbol. "Zaqueo, baja ahora mismo. Voy a ir a tu casa hoy". Cuando Jesús le llamó, Zaqueo bajó (Lucas 19:5).
Antes de que el Apóstol Pablo se convirtiera en un seguidor de Cristo, su nombre era Saúl. Yendo hacia Damasco a perseguir a los cristianos, una luz brillante resplandeció a su alrededor. Cayó al piso y escuchó una voz del cielo diciéndole: "Saúl, Saúl, ¿porqué me persigues?" Saúl contestó: "¿Quién eres tú, Señor?" (Hechos 9:1-5).
Una de mis historias favoritas de la Biblia es la historia de un niño llamado Samuel. Puede ser que te acuerdes que la mamá de Samuel era una mujer llamada Ana. Ella deseaba, más que nada, un hijo, así que oraba y le pedía a Dios que le diera uno. Ana le prometió a Dios que si le daba un hijo, ella se lo daría al Señor para que le sirviera todos los días de su vida. Dios le dio a Ana el hijo que pidió y ella cumplió la promesa hecha a Dios. Cuando el niño fue suficiente grande, ella lo llevó al templo y se lo presentó a Elí el sacerdote. Así que Samuel sirvió en el templo bajo el cuidado de Elí.
Una noche Samuel estaba durmiendo cuando escuchó que alguien lo llamaba. Se levantó y corrió a donde Elí. "Aquí estoy; me llamaste" le dijo a Elí.
"No te llamé" dijo Elí, "regresa a la cama". Samuel fue a acostarse.
Nuevamente el Señor llamó: "¡Samuel!" Samuel saltó de la cama y fue donde Elí.
"Aquí estoy; me llamaste".
"No te llamé, regresa a la cama", le dijo Elí por segunda vez.
Por tercera vez Dios llamó a Samuel y éste se levantó y fue a Elí. "Aquí estoy; me llamaste", dijo.
Al fin Elí se percató que era Dios quien estaba llamando a Samuel. Le dijo a Samuel: "Regresa y acuéstate y si te llama otra vez dile: 'Habla Señor, que tu siervo escucha' ".
Samuel se acostó y nuevamente escuchó la voz de Dios llamándole: "¡Samuel! ¡Samuel!" Esta vez Samuel contestó como Elí le había dicho, "Habla Señor, que tu siervo escucha".
Algunas personas piensan que Dios sólo llama a los adultos. Es por eso que me gusta la historia de Samuel. Samuel era un jovencito cuando Dios lo llamó. Dios sabe tu nombre tal como sabía el nombre de Samuel. Dios, aún ahora llama a niños y niñas diciendo: "Ven, sígueme". Así que escucha la llamada de Dios y contéstale tal como lo hizo Samuel: "Aquí estoy".
Amado Padre, hoy estamos listos a escuchar tu llamada. Tal vez tú tengas algo especial para nosotros hacer. Cuando llames, te contestaremos: "Aquí estoy¨. Amén.

No hay comentarios: